En la actualidad estamos muy habituados a utilizar diferentes equipos de impresión para obtener en cuestión de segundos versiones en papel de documentos de todo tipo. Ya sea que para ello utilicemos impresoras de escritorio, equipos multifuncionales de gran volumen o bien, copiadoras para obtener varios juegos del mismo documento, lo más común es que el método de impresión que utilicen estos equipos sea el láser.
Si bien, aunque utilizamos equipos de impresión láser de manera cotidiana, lo más que sabemos de ellos es que utilizan un tóner, pero ¿cómo es qué funcionan? Si quieres conocer la respuesta a esta pregunta te invitamos a que continúes leyendo.
Los equipos de impresión láser funcionan de manera similar a una copiadora, éstos contienen un tóner con tinta y no cartuchos, como es el caso de las impresoras por inyección de tinta que pulverizan la tinta sobre el papel. La tinta del tóner se compone de pigmentos en polvo, por lo que se le conoce también como tinta seca, aunque al tacto este polvo se siente un poco aceitoso.
A pesar de que en términos generales el contenido del cartucho es el pigmento, en realidad se trata de un compuesto de pigmentos orgánicos, carbón negro, resinas de poliéster, cera, polímeros acrílicos, tintura y sílice, y según el modelo de la impresora las características del tóner que necesita pueden variar. Además de las variaciones en la composición de la tinta, el tamaño de los gránulos del polvo son distintos entre un cartucho de tóner y otro y esta característica particular determina su punto de fusión con el papel y, en parte, la definición de la imagen al momento de imprimir.
Como acabamos de mencionar, las características del tóner dependen de las necesidades y funcionamiento de los equipos de impresión. A grandes rasgos podemos encontrar tóner magnético, que contiene una importante cantidad de óxido de hierro en su composición, y tóner electrostático en el que no se encuentra este óxido pero sí una alta concentración de negro de humo, que es el pigmento de la tinta del cartucho.
Ya que hemos hablado de los tipos de tóner que existen profundizaremos un poco en su modo de funcionamiento. La impresión láser, para la que se requiere de un cartucho de tóner, se basa en la electricidad estática para realizar el proceso de impresión como tal.
Este proceso se compone de diferentes pasos para la formación de la imagen y en general consiste en un proceso de impresión en el que un diodo láser que se encuentra al interior de las impresoras o copiadoras, genera un haz de luz láser que por medio de un juego de lentes y espejos llegan hasta la superficie de un componente conocido como OPC o tambor, el que es fotosensible y atraerá las partículas electronegativas del tóner para formar la imagen.
El primer paso en el proceso de formación de imagen es la limpieza y tiene como finalidad preparar al OPC o tambor para recibir la imagen a imprimir. En la limpieza, con una lámina de limpieza, conocida por el término en inglés como wiper blade, se retiran los residuos de tóner de impresiones anteriores del depósito de residuos. Esto se realiza mientras el OPC se encuentra girando para que con la fricción del wiper blade con el tambor se eliminen todos los residuos de la superficie.
El segundo paso en el proceso de formación de la imagen es el acondicionamiento en el que la corona o PCR crea en la superficie del OPC una capa de cargas eléctricas dejándolo listo para el siguiente paso que es el grabado. En el grabado las cargas negativas que crea el PCR sobre el OPC se polarizan por los rayos láser, es decir, cambian de valor para atraer la tinta del tóner que formará la imagen que se imprima en el material de soporte.
Si en este punto pudiéramos ver el interior del equipo de impresión podríamos observar que en la superficie del OPC se ha formado la imagen a imprimir, a la que se le conoce como imagen latente que en términos simples es una especie de negativo de lo que se formará con la tinta sobre el papel o material a imprimir.
El siguiente paso es el revelado en el que la imagen latente que se formó sobre el OPC se convierte en una imagen visible. En este paso un rodillo revelador recubierto de una capa homogénea de tóner cargada eléctricamente pasa por la imagen latente que contiene cargas positivas, lo que ocasiona que el tóner del rodillo pase al OPC creando una imagen visible.
Posteriormente, en el quinto paso, la imagen visible de la superficie del OPC se transfiere al papel o material que se emplee para imprimir. Conforme el papel pasa por el OPC encima de éste se mueve la corona de transferencia del equipo de impresión con el fin de aplicar una carga positiva a la superficie del papel para que atraiga el tóner hacia él.
El último paso en el proceso de impresión láser es la fusión o fijación en el que un rodillo de aluminio recubierto de teflón, un rodillo de presión, un termistor, un calefactor y un fusible térmico, que en conjunto se conoce como conjunto fusionador o fuser, se encargan de que el tóner se fije al papel de manera permanente. Para ello el calefactor eleva la temperatura del rodillo de aluminio hasta alcanzar los 180°C y con ayuda del termistor y fusible térmico esa temperatura se mantiene constante, luego el rodillo de presión, hecho de una goma de silicona, aplica presión al rodillo de aluminio mientras el papel pasa entre ambos rodillos.
El calor del rodillo de aluminio funde los componentes del tóner y el de presión los comprime sobre el papel. Este paso es de gran importancia ya que, en caso de que se dé una fusión o fijación insuficiente el tóner se desprenderá del papel y la impresión no tendrá la claridad deseada, además de que se acumulará en exceso residuos de tóner en la almohadilla de limpieza.
Para finalizar es importante mencionar que en las impresoras y copiadoras láser las etapas que acabamos de describir se realizan simultáneamente en diferentes áreas del equipo y en promedio cada hoja impresa pasa cuatro veces por el proceso.
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